MOTÍN DEL TÉ o "TEA PARTY"
Un producto chino, una crisis financiera británica, el imperialismo en India y los hábitos de consumo estadounidenses, produjeron el Motín del té de Boston, un incidente que dio pie a la independencia de Estados Unidos, y que inspiró actos de desobediencia civil no violenta desde entonces.
Los comerciantes chinos intercambiaban té con barcos japoneses, jinetes mongoles y caravanas persas. Pocos europeos habían probado el té antes de 1680, pero ya para el siglo XVIII, firmas comerciales como la Compañía Británica de las Indias Orientales negociaban de forma habitual con los comerciantes cantoneses y los supervisores de los puertos para traer el té a occidente.
El amargo sabor del té habría resultado desagradable al paladar de los europeos si no fuera por el comercio de otro producto: el azúcar.
En siglo XVII el cultivo de caña de azúcar en las Indias Occidentales (territorios en América) generaban cosechas enormemente rentables, realizadas por mano de obra de esclavos africanos, tanto cultivar la caña, como procesar el azúcar.
Cuando el té llegó a los puertos de las colonias británicas en América, una parte era comprado legalmente, y el resto era traficado para evitar los impuestos británicos.
Llegó a ser la bebida de las casas respetables a lo largo de todo el imperio británico, aunque también incomodó a los críticos preocupados por sus efectos corruptores, ya que creían que el té provocaba vanidad y orgullo, alentaba a las mujeres a reunirse y chismear, y amenazaba con socavar la nación.
Sin embargo, el gobierno británico, al ver los grandes ingresos del comercio global, no solo no se interpuso, sino que en 1767, el Parlamento aprobó la Ley de Ingresos que establecía un impuesto sobre todo el té enviado a las colonias americanas.
La Guerra de los Siete Años (1756-1763) produjo enormes deudas a Gran Bretaña, aunque fuera la vencedora y había ganando enormes territorios franceses en América del Norte. Por eso empezó a apretar las riendas en sus posesiones imperiales en todo el mundo.
En las colonias americanas, no solo significó restricciones a la expansión hacia el oeste, sino la aplicación más estricta de las regulaciones aduaneras y nuevos impuestos.
Muchos británicos tenían grandes esperanzas por esta nueva fuente de ingresos, pero después, en el otoño de 1769, los asuntos de las Indias dieron un giro espantoso. Una hambruna en Bengala mató a casi 1,2 millones de personas, equivalente a la mitad de la población de las 13 colonias americanas en ese momento.
El horrorizado público británico culpó a la Compañía de las Indias Orientales por el desastre. "Las opresiones de India", escribió Horace Walpole, "bajo la rapiña y las crueldades de los empleados de la compañía, ahora habían llegado a Inglaterra, y crearon un clamor general aquí".
Los problemas de la compañía se multiplicaron. En 1772, se culpó a la manipulación de sus acciones por una serie de quiebras bancarias en todo el mundo. La compañía estaba perdiendo dinero en sus operaciones militares en India. El Banco de Inglaterra dejó de prestarle dinero, y esta debía cientos de miles de libras en impuestos. Aún más, la competencia de los traficantes y una importación excesiva llevó a la compañía a acumular 80 millones de kilos de té en sus almacenes, más de lo que Inglaterra bebía en un año.
Para rescatar la compañía (y tener más control sobre ella), el Parlamento aprobó una serie de leyes en 1773, incluyendo la Ley del té.
Esta ley permitió a la compañía enviar su té directamente a Estados Unidos por primera vez, otorgándole un monopolio para su venta en América, lo que dejaba fuera a los comerciantes estadounidenses (excepto unos pocos seleccionados). Además, alentó el pago de un impuesto que los estadounidenses habían estado rechazando durante seis años, encima los ingresos de dichos impuestos eran usados para pagar los salarios de ciertos funcionarios, dejándolos sin responsabilidades ante el pueblo.
Esta ley permitió a la compañía enviar su té directamente a Estados Unidos por primera vez, otorgándole un monopolio para su venta en América, lo que dejaba fuera a los comerciantes estadounidenses (excepto unos pocos seleccionados). Además, alentó el pago de un impuesto que los estadounidenses habían estado rechazando durante seis años, encima los ingresos de dichos impuestos eran usados para pagar los salarios de ciertos funcionarios, dejándolos sin responsabilidades ante el pueblo.
EL MOTÍN: El primer barco para la venta en exclusividad del té, llegó el 28 de noviembre de 1773. Los bostonianos demandaron que el cargamento volviera a Londres sin descargar. El propietario, un comerciante llamado Francis Rotch, dijo que no podía hacer eso por ley.
Panfleto alentanto el motín |
Pasaron unas semanas y en la medianoche del 17 de diciembre, el servicio de aduanas británico tendría el poder de intervenir, apoderarse del té y venderlo en una subasta.
Es por eso que la noche anterior, el 16 de diciembre, los bostonianos tenían preparados sus disfraces de indígenas, no tanto para ocultarse sino para advertir a la comunidad que no revelara las identidades de los perpetradores. Además eran significativos, ya que los colonos americanos eran retratados con frecuencia en las caricaturas británicas como indios americanos, y ridiculizados como salvajes. Usando ese disfraz, los situaba en el otro lado del Océano Atlántico, opuestos al rey y al Parlamento. Estaban empezando a pensar en sí mismos como americanos, más que como súbditos británicos.
Alrededor de 100 hombres, conocidos como "los hijos de la libertad", abordaron tres barcos (el Dartmouth y los recién llegados Beaver y Eleanour) en el puerto de Boston esa noche del 16 de diciembre de 1773. Nadie sabe con seguridad quiénes eran, ni exactamente cuántos estaban allí. Se habían envuelto con mantas alrededor de sus hombros y se habían untado pintura y hollín en sus caras. Un periódico los llamó "hombres decididos (vestidos como mohicanos o indios)".
En dos o tres horas, subieron 340 cofres a las cubiertas, los abrieron con hachas y vaciaron su contenido. Como la marea estaba baja, se podía ver grandes cantidades de té acumulándose junto a los barcos. El té flotó durante semanas.
Habían 46 toneladas de té, valoradas en más de £9.659 (algo más de US$13.000), unos 2 millones de dólares actuales. Cabe recordar que en esa época, una tonelada de té costaba lo mismo que una casa de dos plantas.
Aunque muchos de los destructores del té nacieron en Massachusetts, algunos tenían orígenes lejanos. James Swan, un panfletista antiesclavista, había nacido en Fifeshire, Escocia. Nicholas Campbell era de la isla de Malta. John Peters había llegado desde Lisboa. Aunque entre ellos había ricos comerciantes y profesionistas, la mayoría eran artesanos que trabajaban con sus manos, lo que les permitió llevar los cofres de té a las cubiertas en poco tiempo.
La mayoría eran hombres jóvenes, de entre 18 y 29 años, que estaban emocionados por hacer una valiente declaración al mundo.
Las violentas reacciones británicas tras este incidente llevaron a la aplicación de las "leyes intolerables" para con la ciudad de Boston, pero provocaron la unión de las demás colonias para hacer frente a los abusos británicos, y en última instancia, lograr su independencia de sus colonias del imperio británico.
Las respuestas de los líderes coloniales tras el "Boston Tea Party" fueron mixtas. Algunos revolucionarios como John Adams, lo elogiaron y consideraron el evento como un acto justificado de desafío y una postura valiente y de principios.
Escribiendo en su diario en diciembre de 1773, Adams escribió que lo que estaba ocurriendo “es el movimiento más magnífico de todos... Hay una dignidad, una majestad, una sublimidad en este último esfuerzo de los patriotas que admiro mucho. La gente nunca debe levantarse sin hacer algo para ser recordado, algo notable. Y llamativo. Esta destrucción del té es tan audaz, tan audaz, tan firme, intrépida e inflexible, y debe tener consecuencias tan importantes, y tan duraderas, que no puedo dejar de considerarla como una época en la historia”.
Sin embargo, otros colonos, especialmente en las colonias del sur, vieron el Motín del Té como un ataque a la propiedad privada. George Washington dijo que los de Boston “estaban locos”. Igualmente molesto por la destrucción, Benjamin Franklin llegó a ofrecer pagar a la Compañía de las Indias Orientales por sus productos.
Más acá en el tiempo, en su "Carta desde una prisión de Birmingham" de 1963, el reverendo Martin Luther King Jr. llamó a un programa de acción directa no violenta en Birmingham, Alabama. Al argumentar su inspiración histórica, escribió: "En nuestra propia nación, el Motín del té de Boston representó un acto masivo de desobediencia civil".
Dato extra: la referencia del episodio como "Boston Tea Party" apareció impreso recién en 1825, hasta entonces se refería al evento como " la destrucción del té en el puerto de Boston, o algo similar.
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