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El agua en la época colonial

EL AGUA EN LA ÉPOCA COLONIAL

En estas épocas de sequía y escasez de un bien tan preciado y fundamental para la vida, como el agua, está bueno recordar, que aunque nos pareciera un recurso abundante e infinito, apenas empieza a escasear, nos modifica la vida. Por algo los egipcios adoraban a su río Nilo.
Veamos qué sucedía en el Montevideo colonial.

El proceso fundacional de Montevideo, empezado por lo portugueses, llevó seis años (de 1724 a 1730) y que en parte por la falta de agua, no pudieron fundarla, dice Nicol De León, antropóloga especializada en estudios de Montevideo colonial.
En 1724 los portugueses, habían construido la primera fuente e intentado establecerse de nuevo, pero no pudieron vencer a las fuerzas del militar Mauricio de Zabala, y el territorio cayó en manos de los españoles. Éstos ganaron una tierra que tenía, al menos, un recurso de agua potable, solucionaron el transporte de leña, se aseguraron la posibilidad de vivir y fundaron San Felipe y Santiago de Montevideo.
Tras la fundación de San Felipe y Santiago, extraer agua subterránea era la única opción viable, ya que no existía agua potable superficial, ni forma de recolectar agua de lluvia. Aunque no hay relevamientos arqueológicos que lo confirmen, explica De León, se entiende que el agua de las fuentes era utilizada tanto para producción como para consumo, y que se construyeron varias fuentes en distintos puntos, que determinaron la distribución de la ciudad y funcionaron, según la antropóloga Virginia Mata. 

En 1768 hubo una gran epidemia, que en 1770 se dictaminó que había sido causada por la calidad del agua extraída de la entonces llamada “Fuente Mayor”, construida a pedido del ingeniero Cardoso dentro del sitio en las proximidades de la Plaza. Esto supuso un quiebre social, porque se creía que las enfermedades se transmitían por el aire y no por el agua, elemento en el que todas las personas confiaban. 
Durante este período se comenzó a extraer agua también del arroyo de Canarias, además de la Quebrada de los Manantiales. Según documentos oficiales, la gente prefería el agua de las fuentes que extraían agua subterránea proveniente de Canarias porque era “cristalina” aunque escasa, y porque era “delgada, digestiva y nutritiva”.
Pero el tiempo seguía trayendo problemas, tanto que el  14 de marzo de 1799, y tras largos días de sequía, el Cabildo instó a los montevideanos a rezar para que lloviera. “[...] llenos de firme esperanza, sin embargo de nuestra miseria, impetrando por la mediación de los Santos Patronos de su inagotable piedad la lluvia de que tanto se necesita y que por su falta nos tiene en la mayor consternación; en cuya virtud disponemos se celebren misas de rogación con presencia del Santísimo Sacramento por nueve días”, dispusieron las autoridades de la época.

Lo común en los siglos XVIII y XIX, era que los pobladores de Montevideo consumieran agua de pozos y manantiales, y fueron complementando con aljibes para captar y almacenar agua de lluvias ante las dificultades como la escasez, el acarreo, los costos y la contaminación de las aguas semisurgentes. 
Ya a finales del siglo XVIII, edificios públicos como el Cabildo, la Ciudadela, el Fuerte, el Cuartel de Dragones, el Hospital de Caridad y el Parque de Ingenieros, así como también la mayoría de las casas, tenían aljibe propio. Algunas además contaban con cisternas, que era una construcción subterránea de almacenamiento.
El abastecimiento del agua se complementaba con la venta que realizaban los aguateros desde la Fuente de Las Canarias y los Pozos del Rey, ubicados ambos en el actual barrio de La Aguada, en ese entonces en las afueras de la ciudad de Montevideo.

LAS FUENTES DE AGUA
Las actuales calles de Piedras y Juncal, en Ciudad Vieja, donde existe un local de una marca de autos, una plaza, un estacionamiento abierto y una terminal de ómnibus, allí se había construido la primera fuente de San Felipe y Santiago. De hecho, la calle Piedras antes se llamaba “calle de la Fuente”, según recoge Schiaffino en su texto de 1937. Esta fuente permitía recolectar el agua que surgía del manantial que corría por la actual calle 25 de mayo. Pero una fuente dejó de ser suficiente. 
Cuando el ingeniero Felipe Cardoso tomó el mando del sitio, en la década de 1740, decidió achicar el territorio, llevando las murallas desde las inmediaciones de la actual calle Río Negro hacia la zona que hoy se conoce como Ciudad Vieja. En consecuencia, las fuentes quedaron extramuros. De nuevo, el sitio no poseía agua subterránea en su interior. Así que se crearon nuevas fuentes dentro. 
No hay datos precisos sobre las fechas de construcción de las distintas fuentes o cuántas había. Se estima que eran mínimo 9, según datos cartográficos e iconográficos. Fueron construyéndose a lo largo de los años dentro y fuera del sitio. Cuando una se agotaba, otra se abría. El agua que extraían venía o de la Quebrada de los Manantiales, ubicada en la esquina del Teatro Solís con Juncal, o del arroyo de Canarias. 
Listado de fuentes:
La “primera fuente”, situada en las actuales calles Piedras y Juncal.
Fuente de Mascareñas o Mascareño, situada en la misma calle, en las proximidades de la primera. Era abovedada. Agua de la Quebrada de los Manantiales.
-Fuente Salada, situada en Zabala entre Sarandí y Buenos Aires. Agua de la Quebrada de los Manantiales.
-Fuente de la Cruz, situada en la misma calle y muy próxima a la fuente de Mascareñas. Era abovedada. Agua de la Quebrada de los Manantiales.
-Fuente de San José. Creada tras achicar el sitio para que hubiera agua dentro. Situada en Guaraní y Cerrito. Agua de la Quebrada de los Manantiales.
-Fuente del Puerto. También creada tras achicar el sitio, en Treinta y Tres y Piedras.
-Fuente de Canarias. Actual calle Paraguay. Agua del arroyo de Canarias.
-Fuente Mayor. Situada donde hoy se encuentra el Palacio Taranco, sobre la calle 25 de mayo. Agua de la Quebrada de los Manantiales.
-Fuente del Sur. Situada en las calles Treinta y Tres y Piedras. Agua de la Quebrada de los Manantiales

Se señala en rojo: “Dos fuentes nuevas del Rey hechas el año pasado”;  “Dos manantiales dentro de la Plaza”; 
“Fuente de las Canarias”; y “Aguada de los navíos”
EL AGUATERO
Monumento al aguatero, ciudad de Montevideo
La figura de los aguateros era fundamental. Extraían agua del subsuelo, la trasladaban en carros tirados por bueyes y se anunciaban en busca de clientes. Su posición monopólica les permitía subir los precios en tiempos de sequía, lo que motivaba intervenciones puntuales del Cabildo.
Cada aguador colgaba un cencerro al cuello de los bueyes. Al sonar las señoras o las criadas de la casa, o cualquier otro viviente a llamar al aguatero, y allá iba el buen hombre con la caneca en la cabeza, a echar el agua en el barril o la tinaja, a tres y cuatro canecas por medio real. 
El aguatero, a paso de buey, recorriendo calles, despachaba su pipa de agua, y volvía a llenarla a los pozos para una segunda jornada. A la puesta del sol ya me los tenía usted con la yunta desuñida, y su carreta con el pipón descansando de la fatiga del día al frente de su casita, por las inmediaciones de la quinta de las Albahacas al sur y norte, que era el paraje donde vivían, aparte de aquel que tenía su vivienda en la altura del oeste, rodeada de un corral de piedra y en el centro un ombú secular que envidiaba Pepe Maletas.
En esa época ingresaron al Cabildo dos iniciativas privadas para monopolizar el abasto de agua, que no tuvieron éxito, entre otros motivos, por la presión que ejercieron los aguateros. Estos personajes del Montevideo colonial también se opusieron al primer proyecto para que el Estado asumiera la prestación del servicio de agua potable en forma directa, que consistía en transportar agua desde Buceo. 

De León señala que el agua era, por las normas indianas, un bien de realengo, es decir, pertenecía al Rey. Este disponía de ella y la vendía a la población que la recibía gracias al servicio de los aguateros.
Los aguateros debían transportarse en carretas muy pesadas, tiradas por bueyes (que destruían las calles), recoger agua suficiente y volver. Hacían varios viajes al día. Llegaban a la fuente, ingresaban y comenzaban a recolectarla hacia la superficie.
A fines del siglo XVIII los aguateros, por falta de pago del Rey, decidieron hacer una huelga, la primera registrada en el territorio. Su dificultoso trabajo y la esencialidad que implicaba ser los encargados de extraer el agua y llevarla a la población, los amparaba. Eran, por el alto precio que cobraban (ignorando las determinaciones de la Corona), concebidos como personas en las que no se podía confiar. 




Fuentes: 
https://www.raicesuruguay.com/raices/mvd_antiguo3.html
http://www.ose.com.uy/empresa/montevideocolonial#:~:text=La%20figura%20de%20los%20aguateros,motivaba%20intervenciones%20puntuales%20del%20Cabildo.
https://ladiaria.com.uy/rioabierto/articulo/2019/1/el-agua-en-la-historia-de-montevideo-escasez-plegarias-y-quejas/
http://proyecto2018.um.edu.uy/fuentes
https://montevideo.gub.uy/areas-tematicas/personas-y-ciudadania/afrodescendientes/mapeo afrodescendencia-resiliente/monumento-al-aguatero

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