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Sócrates


El filósofo Sócrates nació en Atenas en el día 6 del mes Targelión, hacia el año 469 a 470 a.C. Considerado un pilar básico del pensamiento occidental, a partir de la influencia de fuentes orientales y de las ideas de los antiguos griegos que inspiraron sus doctrinas sobre el destino humano, el tiempo y el cosmos.

Durante su infancia, Atenas disfrutaba de todo su esplendor y ya había sentado las bases de su imperio marítimo. Su madures coincidió con el gobierno de Pericles, época conocida como el siglo de oro de Grecia
Atraídos por el esplendor de Atenas, llegaban a la ciudad desde todas las regiones los personajes más eminentes de la Hélade y se reunían en el ágora de la ciudad. 

Perteneciente al demo de Alopece, algunos creen que de una familia humilde y otros dicen que era una familia acomodada. Lo seguro es que su padre fue Sofronisco, un escultor y su madre Fenaretes se la describe como comadrona, aunque no en el sentido que tiene esa profesión actualmente. Se le ha dado alguna comparación entre el oficio de su madre y su actividad filosófica,  pues ayudó a con su método a "dar a luz" a las ideas.

Sócrates recibió una educación tradicional en literatura, música y gimnasia. Más tarde se familiarizó con la retórica y la dialéctica de los sofistas, las especulaciones de los filósofos jonios y la cultura griega general de la Atenas de Pericles.  
Durante la guerra del Peloponeso contra Esparta, sirvió como soldado de infantería con gran valor en las batallas de Potidaea en el 432-430 a.C donde salvó la vida a Alcibíades, en Delio en el 424 a.C y Anfípolis en el 422 a.C.

Sócrates era de pequeña estatura, vientre prominente, ojos camaleónicos y nariz exageradamente respingona, su figura era motivo de burlas. Alcibíades lo comparó con los silenos, los esclavos ebrios y lascivos de Dionisio. Platón consideraba digno de ser recordado el día que se lavó los pies y se puso sandalias o cuando permanecía descalzo durante sus largas caminatas. El sofista Antifón decía que ningún esclavo querría ser tratado como él se trataba a si mismo. 
Llevaba siempre la misma capa, hiciera o no calor, y comía y bebía lo más barato. Pero lo sorprendente es que un hombre así acabara siendo considerado por los griegos, quienes creían que la belleza armoniosa se reflejaba en la armonía del cuerpo, fuera considerado como modelo de decoro filosófico.

De su vida sentimental se sabe poco, se cree que tuvo 3 hijos, dos con una mujer desconocida y uno con su esposa Jantipa, los dos primeros hijos se llamaban, Sofronisco y Menèxeno, estos hijos se los pasó a su esposa para que los cuidara y tuvo un hijo con ella llamado Lamprocles, aunque algunos autores creen que Jantipa era la madre de todos los hijos de Sócrates. Jantipa era de noble familia y se supone que trataba muy mal al filósofo, de ahí que los romanos apodaban a las mujeres de mal carácter como "jantipas

Desde muy joven tuvo revelaciones y señales que lo mantenían en un estado de trance por mucho tiempo.
En esa época las corrientes de pensamientos, que hasta ese momento se centraban en el cosmos comenzaban a orientarse hacia el conocimiento del hombre.

A Sócrates lo conmovió la idea de Anaxágoras cuando se refería a la inteligencia como causa de la ley natural, y se interesó por saber la forma en que opera en el Universo para ordenar todas las cosas.
Pero la explicación de Anaxágoras lo desilusionó por lo que decidió hacer su propia investigación sobre ese tema, abandonando el estudio de la filosofía cosmológica.
Se convirtió así en un irónico filósofo moral con la misión de buscar la verdad.

Sócrates supo rodearse de la personajes más influyentes del momento así como de un nutrido círculo de alumnos a los que gustaba cuestionar continuamente sus creencias y certidumbres. Este continuo "aguijonear" a todos le situaría finalmente en una situación tan controvertida y arriesgada que le llevó a su condena a muerte por el Tribunal de los Quinientos.
                                              Muerte de Sócrates del escultor Antokolski 

En el año 399 a. C. Sócrates fue acusado por el gobierno de no honrar a los dioses que la ciudad adoraba, transmitiendo otras prácticas y de corromper a los jóvenes fomentando en ellos el espíritu de crítica sobre las características del sistema democrático ateniense; y como consecuencia fue condenado a la pena de muerte.
Sócrates renunció al destierro y prefirió ser su propio defensor en el proceso, exponiendo sólo los hechos y sin aprovechar los méritos por sus servicios en el ejército como atenuantes ni tratar de influir en el jurado con sus obligaciones con su esposa e hijos.
Sus amigos intentaron convencerlo de que huyera al extranjero aprovechando una celebración religiosa que demoró un mes la ejecución pero él no aceptó, prefiriendo morir a renunciar a sus principios.

Empieza el alba, la nave de Delos llegaba Fedón el discípulo más ilustre y querido de Sócrates, fue el primero en llegar al ágora de Atenas, punto de reunión de los condiscípulos para despedir en la cárcel, quien fuera en ese momento, su gran maestro, y poder estar con el en su ultimo día de vida terrenal. Uno por uno van llegando con la tristeza de saber que verán por ultima vez a su filosofo. El bueno de Apolodoro, Critóbulo y su padre el rico y generoso Critón, Hermógenes y Epígenes; el cínico Antístenes, que tanto aprenderá en ese día; Ctesipo y Menéxeno; Simias, Cebes y Fedondas, los tres tebanos; Euclides y Terpsión; megarenses ambos, el primero creador de esa escuela que sirvió de cenáculo a los socráticos en el momento de miedo y cobardía que siguió a la muerte del maestro. Todos están allí. Faltan tal vez algunos cobardes. Platón estaba enfermo y no pudo acudir.

Lo encuentran como era ya una costumbre, sentado en el habitáculo de la prisión, pero esta vez estaba desatado pues en su ultimo día, el reo recibe consideraciones especiales. Se frota las piernas, adoloridas por las cadenas que ha soportado en la prisión todo el tiempo en espera de la ejecución de la sentencia

Su mujer Jantipa, que tenía a su hijp más pequeño en brazos, sentada junto a él, rompía en gritos al ver entrar a cada uno de sus amigos. Sócrates no puede verla sufrir más y le ruega a Critón que se la llevasen. Hay que observar que esta conducta no era entonces tan dura como nos parece a nosotros, ya que la mujer distaba de estar a la misma altura social que el marido, y, por otra parte, bastaba con que los amigos llegasen para que la mujer desapareciera, conforme a las costumbres de los atenienses.

Sócrates se incorporó en su asiento, apoyó los pies en el suelo y mirando con estima y afectividad a sus discípulos empieza su acostumbrada conversación y doctrinaje. Esta actitud del maestro, muy común en él, y en este caso se trataba nada menos de no confundir la buena disposición que el tenía para el encuentro de la muerte con el suicidio.  

Sócrates estaba aquí, como en todo lo demás de su vida, en un equilibrio tan difícil, que resultaba incomprensible aun para sus más fieles discípulos. En el fondo, su filosofía consistía esencialmente en ese desprecio del instinto que nos liga desesperadamente a la vida. 

Cuando le preguntan acerca del entierro, Sócrates dice una frase alada como una flecha: «Como queráis, que no me escaparé de vuestras manos.» Los discípulos sienten crecer su asombro. Sócrates habla de sus funerales con una calma y una naturalidad que están bien lejanas de los lamentos de los héroes homéricos. 

Una de las frases que Sócrates dijo después de ser condenado a muerte: «Vosotros salís de aquí a vivir; yo, a morir; Dios sabe cuál de las dos cosas es mejor.»

Solo una pequeña leyenda brota sobre la ignorada tumba de Sócrates. Se cuenta que un muchacho espartano llegó a Atenas lleno de devoción hacia Sócrates. Cuando se hallaba ya a las puertas de la ciudad, supo que Sócrates había muerto; preguntó entonces por su tumba, y cuando se la señalaron, después de hablar con la estela y lamentarse, esperó la noche y durmió sobre ella. Antes de que amaneciera del todo, besó el polvo de la tumba y se volvió a su patria.

Sócrates cría en la superioridad de la discusión sobre la escritura, por lo que no dejó nada escrito y pasó parte de su vida de adulto en los mercados y plazas públicas de Atenas. Apreciaba mucho la vida y alcanzó popularidad social por la viva inteligencia y un sentido del humor agudo desprovisto de sátira o cinismo.

No escribió ningún libro ni fundó una escuela regular de filosofía. Todo lo que se sabe con certeza sobre su personalidad y forma de pensar se extrae de los trabajos de dos de sus discípulos más notables Platón y el historiador Jenofonte. 

Conversaba con la gente, ponía en juego la ironía, que fingiendo ignorar, interrogaba. Así como la mayéutica o arte de llevar a sus interlocutores a dar por si mismo con la verdad. En sus conversaciones, mas bien que transmitir una verdad, insistía a sus discípulos a que indaguen por si mismo, y que en sus reflexiones, aprendan a buscar el camino de la investigación y de la exactitud, si es que esta ultima existiera como verdad absoluta.

La enseñanza socrática es el aprendizaje de un método para buscar la verdad, y su preocupación, es la formación moral del ciudadano. Cree que no hay malos a sabiendas, es decir, que quienes obran mal lo hacen creyendo que es el bien. 



Fuentes:  http://www.academiasocrates.es/socrates/V-zubiri.php

              AA.VV

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