La Península Itálica estuvo conformada por distintos pueblos de origen indoeuropeo, entre ellos estaban los etruscos, que penetraron por el norte, alrededor del siglo X a.C. Ocuparon el territorio al norte del río Tíber que pasó a llamarse Etruria, actualmente la región de Toscana.
Se supone que provenían de Asia Menor, y al establecerse fundaron ciudades fortificadas, independientes entre si, que luego se unirán en confederaciones.
Cada ciudad tenía un rey vitalicio acompañado pro una clase aristocrática, cuyos magistrados tenían mantos púrpura, silla curul (asiento con paras cruzadas) y escoltas con "fascios" (haces de varas atadas junto con un hacha) que simbolizaba la justicia. El manto, la silla y las varas, serán un legado etruscos a la civilización romana.
La sociedad era jerarquizada, los gobernantes, dueños de las mejores tierras, pertenecían a las clases poderosas, y lo demuestra las tumbas halladas, que eran sumamente fastuosas, y en los sarcófagos esculpían a las personas fallecidas que se hallaban en su interior.
Las mujeres gozaban de prestigio social en un plano de igualdad con los hombres.
Los miembros de la plebe estaban unidos a la clase privilegiada por lazos de clientelismo (cuidado o protección con que los poderosos defienden o favorecen a los que se acogen a ellos).
La esclavitud fue habitual entre los etruscos, desempeñándose en el servicio doméstico y en las tareas agrícolas.
Fueron un pueblo de agricultores, de hábiles metalúrgicos y comerciantes. Trabajaron el bronce, el hierro, el oro y la plata. Con arcilla realizaron cerámica al estilo griego, y esculpieron el marfil que obtenían de Oriente.
Intercambiaban productos con los griegos residentes en el sur de Italia y en Sicilia y con el Cercano Oriente, estableciendo factorías en Cerdeña y Córcega.
Tuvieron una escritura alfabética que aún no se ha podido descifrar.
En arquitectura construyeron los arcos y las bóvedas, las que luego serán utilizadas por Roma, ciudad a la que conquistaron.
En arquitectura construyeron los arcos y las bóvedas, las que luego serán utilizadas por Roma, ciudad a la que conquistaron.
También sus dioses fueron adoptados por Roma, y las prácticas de la adivinación.
Cada ciudad tenía sus dioses y genios protectores, siendo Tinia, el dios principal; pero reconocían como divinidades de toda la nación a Júpiter, Juno y Minerva. Además cada familia adoraba a los espíritus de sus antepasados. También tenían prácticas adivinatorias, observando el vuelo de los pájaros o el estudio de las entrañas de animales sacrificados.
En los siglos VII y VI a.C., las ciudades confederadas etruscas extendieron su poder hacia el norte, hasta el valle del río Po, y hacia el sur, hasta la Magna Grecia.
Las poblaciones latinas abandonan el Lacio desde el siglo X a. C. ante el avance de los etruscos, que ya habían dominado a los umbrios.
Estos latinos constituyeron la llamada Roma Quadrata, a orillas del Tíber, zona protegida por los montes Palatino, Capitolino, Aventino, Esquilino, Quirinal, Viminal y Celio. Para luchar contra el avance etrusco, las aldeas latinas se unieron con fines defensivos, en la liga del Septimontium.
En el siglo VII a.C, los etruscos conquistan Roma, llamada así por los propios etruscos, significa "ciudad del río", término que proviene de rumón, así llamaban los latinos a su río.
Asumirá el cargo de rey un etrusco, llamado Lucumón, que tomó el nombre de Tarquino el Antiguo. Éste fue un monarca autoritario, no querido por su pueblo, que sin embargo realizó una gran obra pública, como la refacción de las murallas, la instalación de la cloaca máxima y la desecación de los pantanos del Tíber.
Los romanos suprimieron la monarquía y establecieron la república como su forma de gobierno, en el año 509 a. C.
Fuentes: AA.VV
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