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Cruzada Libertadora

Ver:: Revolución Oriental (4)

PRIMER INTENTO REVOLUCIONARIO EN 1823
Tras la derrota de Artigas en 1820 y la formación de la Provincia Cisplatina reemplazando a la Provincia Oriental,  nuestro territorio será incorporado en 1821 al Reino de Portugal, Brasil y Algarves.
Pero la política regional complicaría los planes del nuevo gobernador Carlos Federico Lecor,  ya que el 7 de setiembre de 1822 Brasil se declara independiente de Portugal, proclamándose el príncipe heredero como el nuevo rey de Brasil, conocido como Pedro I.
Frente a estos hechos, el Jefe de la Junta Militar de Montevideo, el general Da Costa, se declaró fiel al rey de Portugal, mientras que Lecor decidió declararse súbdito de Pedro I, emperador de Brasil; esta decisión de romper con la corona portuguesa no fue recibida de igual manera por gran parte de la elite de Montevideo, tanto por la suma de poderes que podía conservar el gobernador y lo poco recompensados que se sentían tras brindarle su apoyo.

La tensión llevó a que Lecor y sus fuerzas se ubicaran a dos leguas de Montevideo, obligando a la gente de la campaña a prestar juramento al nuevo rey de Brasil, Pedro I.
También se dividen los orientales, los que estaban con Lecor, como Nicolás Herrera, Juan José Durán, Lucas Obes, Tomás García de Zúñiga, también Rivera y Lavalleja Jefes del Regimiento de Dragones de la Unión. Juan Antonio Lavalleja ya había regresado en 1822 de su prisión en Brasil.
 
En este contexto aparece la organización secreta más importante, conocida como Los Caballeros Orientales, donde muchos de sus integrantes habían apoyado y hasta participado del gobierno de Lecor. Editaban dos periódicos, La Aurora y El Pampero, y desde allí hacían propaganda encubierta a favor de independizarse del Brasil. Sabían que era necesario aliarse con los caudillos artiguistas, aunque desconfiaban de ellos, de otra forma sería imposible organizar una revuelta. Jugó a su favor las disputas entre portugueses y brasileños, ya que la vigilancia de sus reuniones fueron menores.

En 1823 protagonizaron un intento de revolución contra el poder brasileño al formar un cabildo que se declaró autónomo y rechazó la decisión del Congreso Cisplatino de incorporación de la Provincia Oriental al imperio de Brasil. 
Pero el intento fracasó porque no contó con el apoyo de los caudillos, en especial de Lavalleja, ni con el de las provincias vecinas que tenían sus propias luchas internas. Tampoco tuvo apoyo del gobierno de Buenos Aires, que quería evitar una guerra con el Imperio de Brasil. Además Lecor y Da Costa habían llegado a un acuerdo, y este último se retiraría de Montevideo, por lo que ahora la vigilancia sobre los revolucionarios sería mayor.
Fracasado el intento  de 1823, Juan Antonio Lavalleja se asiló en Buenos Aires, y desde 1824 decidió  llevar adelante los planes revolucionarios; alquiló los galpones de un saladero en la zona de Barracas, y se dedicó a preparar la invasión a la Provincia Oriental.

PREPARATIVOS DE LA REVOLUCIÓN
La batalla de Ayacucho en 1824, simbolizó el fin de todo poder español en América y esto elevó la confianza de los orientales, que desde Buenos Aires redoblaban sus preparativos de revolución.  
Los patriotas se reunían  en la casa de comercio que regenteaba Luis Ceferino de la Torre, y para darles trabajo a los emigrados así como para organizar reuniones, se utilizaron diferentes saladeros, como el arrendado por Lavalleja en Buenos Aires y el de Pedro Trápani, en la Ensenada de Barragán. También se formó una comisión para recolectar dinero y pertrechos de guerra. Justamente Trápani, gran amigo y asesor de Lavalleja, pudo gestionar un préstamo de unos 100.000 pesos fuertes para la organización.
Cada vez más estancieros, comerciantes y saladeristas colaboraron con los orientales, muchos con la intención de asentarse en nuestras tierras. El gobierno de Buenos Aires aunque oficialmente era neutral, en la práctica toleró y cooperó con los preparativos revolucionarios.
Gregorio Sanabria, quien sería uno de los Treinta y Tres, se trasladaba a la Provincia Oriental y recorría los departamentos de San José, Colonia y Mercedes, contactando con patriotas de su confianza, y les transmitía el mensaje de Lavalleja:"...ya es llegado el tiempo de aprovechar los momentos que se nos presentan y sacudir el yugo de los tiranos..."

LA CRUZADA LIBERTADORA
Según Juan Spikerman, otro de los Treinta y Tres, luego de culminados los preparativos, un primer grupo de expedicionarios se embarcó en las costas de San Isidro el 1 de abril de 1825, comandado por  Manuel Oribe. Este grupo desembarcó y acampó en una isla formada por un ramal del río Paraná, llamada Brazo Largo. Allí se unieron los paraguayos Felipe Patiño, Pedro Areguatí y los hermanos Romero.
El segundo grupo, comandado por  Juan Antonio Lavalleja, partió después y fue demorado por un fuerte temporal, por lo que los dos grupos se reunieron recién el 15 de abril en Brazo Largo en el delta del Paraná. Allí esperaron a la noche del 18, evitando a las ser vistos por la flota brasilera. Spikerman en su diario cuenta que pasaron tan cerca de los brasileños que hasta vieron las luces de sus faroles.
Al amanecer del 19 de abril desembarcaron, según la tradición, en la playa de La Agraciada, en el actual departamento de Soriano, también conocida como "Arenal Grande". Realmente no se sabe si el desembarco fue a la madrugada o a las 23 horas, porque las crónicas del día difieren.
Lavalleja, con el resto del grupo, pronunció el célebre juramento de liberar la patria o morir en el intento, enarbolando la bandera tricolor, con la leyenda central de “Libertad o Muerte”.
De enorme importancia fue recibir una caballada que les proveyera un hacendado de la zona, Tomás Gómez, y se les unió el “baqueano” (conocedor del territorio) Andrés Cheveste. Rápidamente se les fueron uniendo otros milicianos, lo que les permitió ocupar la población de Dolores, y poco después la de Villa Soriano. Eludiendo la ciudad de Mercedes, bien defendida por los brasileños, avanzaron hacia el sur-este.


¿33 ORIENTALES?
Cuadro de Josefa Palacios
El número de los orientales ha sido objeto de diversas controversias ya que existen varias listas publicadas entre 1825 y 1832. Según una investigación de Jacinto Carranza durante la década del 40, existen 16 listas diferentes y se mencionan hasta 59 nombres distintos.
Además, de acuerdo al historiador Anibal Barrios Pintos, no todos eran orientales, ya que habían al menos cuatro argentinos, cuatro paraguayos, uno nacido en Mozambique llamado Joaquín Artigas, un liberto que era criado de Pantaleón Artigas, sobrino del prócer, además de otros que su nacionalidad se desconoce.
En cuanto a la bandera de los 33, fue confeccionada por Luis Ceferino de la Torre, y el pintor suizo Jean Philipe Goulou  pintó la inscripción "Libertad o Muerte" en la ropería de Luis Latorre, mientras que una mujer de la sastrería Pérez y Villanueva de Buenos Aires fue quien bordó las letras. Latorre donó la bandera al Museo Nacional, pero fue robada por el movimiento revolucionario OPR33 en 1969.

EL ABRAZO DEL MONZÓN
Lecor destacó una partida de 70 hombres al mando de Fructuoso Rivera para detener a los orientales.
Rivera, que era el Brigadier y Comandante General de Campaña al servicio del Brasil,  había salido de Montevideo con sus ayudantes Leonardo Olivera y Augusto Possolo, junto a otros 25 más marchó a Colonia a principios de Abril. Allí recibió comunicaciones de Lecor avisándole que Lavalleja con algunos hombres habían salido de Buenos Aires hacia la costa del Uruguay y le ordenaba apresarlo.  
Rivera supo el desembarco de Lavalleja y junto a unos 70 u 80 hombres, se dirigió al Perdido (rincón de Soriano, entre los arroyos Perdido y Grande).
Juan Antonio Lavalleja
Lavalleja supo de la vigilancia y al amanecer del día 29 cercó la estancia de Olivera y tomó al baqueano principal de Rivera llamado Paes. Éste había sido soldado de Lavalleja en la guerra anterior y se ofreció a ayudarlo; le dijo donde estaría la guardia avanzada de Rivera de 8 hombres, y también le avisó a Leonardo
Olivera que la fuerza que se aproximaba era la del Mayor Calderón y que le avisara a Rivera. Éste se dirigió a galope a verse con Calderón, pero al poco reconoció el engaño y se entregó.  
Fructuoso Rivera 
Lavalleja había dispuesto que se adelantasen Manuel Oribe, Manuel Lavalleja, Atanasio Sierra y otro individuo para perseguirlo si intentaba escaparse. Lo desarmaron y se le puso en la guardia de prevención, mandaron enseguida a Olivera que por orden de Rivera desensillasen los caballo; la tropa marchó a pie a la costa del arroyo (Monzón) distante 3 o 4 cuadras para donde se dirigió Lavalleja y les intimó rendición. 

Rivera prisionero pidió hablar con Lavalleja. Estuvieron solos como dos horas sin que nadie supiera lo que hablaron, hasta que finalmente salieron del rancho los dos Generales, se mandó a formar tropa y que se ordenó a que se reconociera a Rivera como parte de la revolución libertadora. A este gesto de reconciliación se le se conoce como “el abrazo del Monzón”.

Hay muchas y bien documentadas versiones sobre el encuentro. Unos afirman que Rivera fue hecho prisionero por Lavalleja y este le dio a elegir entre ser fusilado y unirse a él; otros que Rivera ya había decidido desde tiempo antes que se uniría a la Cruzada Libertadora y ya estaba todo arreglado.  José Brito del Pino, en su “Diario de la guerra del Brasil” escribió que Rivera le habría dicho finalmente a Lavalleja “Compadre estoy decidido: vamos a salvar la patria, y cuente usted para todo y en todo conmigo”.  “Lavalleja lo abrazó entonces...”

Sin dudas que la incorporación de Rivera fue un hecho fundamental para el éxito de la campaña debido a su enorme prestigio, produciendo un alzamiento generalizado en todo el territorio de la Provincia Oriental.

Las fuerzas comandadas por Lavalleja prosiguieron su avance, el 2 de mayo ocuparon la ciudad de Canelones, luego de haberse apoderado de la ciudad de San José. El 8 de mayo llegaron al Cerrito de la Victoria, en las afueras de la ciudad de Montevideo, a la que pusieron sitio.
Salvo Montevideo, Colonia y Mercedes que seguía en poder de los portugueses, el resto de ella se ha plegado a la revolución.
Juan Antonio Lavalleja, cuando ocupó el pueblo de Santo Domingo Soriano sostuvo: “Argentinos orientales: Empuñemos la espada, corramos al combate y mostremos al mundo entero que merecemos ser libres”

La idea de Lavalleja era demostrar la voluntad de institucionalizar la rebelión y desde Cerrito invita a todas las autoridades locales a enviar sus diputados al pueblo de La Florida, para declarar la independencia del yugo brasileño, recordando así el proceder democrático de José Artigas.
El 14 de junio de ese año 1825, se inauguran las sesiones de la Junta Provincial Oriental bajo la presidencia de Manuel Calleros, quien declara “instalado legítimamente el Gobierno Provisorio de la Provincia Oriental del Río de la Plata”. Lavalleja es nombrado General en Jefe del Ejército libertador y  Rivera es promovido a Inspector General de Armas.
El 21 de junio, Francisco Muñoz y Lorenzo Gomensoro reciben mandato para “solicitar ante el Congreso Constituyente reunido en Buenos Aires, la admisión de la provincia en la comunidad de las Provincias Unidas del Río de la Plata."
Faltaría el episodio más relevante, el 25 de agosto de 1825, cuando se dictan en la Sala de Representantes en el Gobierno Provisorio de Florida, la declaración de las Tres Leyes Fundamentales: La Ley de Independencia, Ley de Unión y Ley de Pabellón.





Fuentes: 
Alberto Zum Felde. Epopeya de la Agraciada.
https://www.elobservador.com.uy/nota/treinta-y-tres-cosas-que-usted-no-sabia-de-los-treinta-y-tres 201541720490  
https://uruguayeduca.anep.edu.uy/efemerides/521
http://www.escueladigital.com.uy/historia/independencia/treintaytres.htm
Castellanos, R., La cisplatina, la independencia y la república caudillesca, Editorial Banda Oriental y La República, 1998.
https://elarcondelahistoria.com/el-congreso-de-la-florida-25-08-1825/
Mapa del libro Apuntes de Historia Nacional. Juan J. Lasa
AA.VV
Imágenes de Google       

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